Eleanor Antin

A finales de la década de los 60 no era fácil para alguien como Eleanor Antin (El Bronx, Nueva York, 1935) definirse como artista. En Nueva York ha estudiado en la High School of Music & Art, especializándose en pintura, y en el City College. Sus primeras obras de formación se enmarcan, como no podía ser de otro modo, dentro del expresionismo abstracto, un movimiento especialmente hostil para las mujeres, a quienes se les negaba la capacidad para producir aquellas pinturas en formato heroico con la que triunfan los hombres blancos del movimiento. Para los críticos y pintores de la escuela de Nueva York, las mujeres son naturaleza y son inconsciente, todo lo que rechaza el formalismo del expresionismo abstracto. Artistas como Lee Krasner, que participa activamente del movimiento y las exposiciones del movimiento, hasta el final de su vida no verá plenamente reconocida su obra.

Eleanor Antin. 2017. Photo © Museum Associates-LACMA.

Desde 1968, recién llegada a San Diego, abraza los nuevos lenguajes del arte conceptual, movimiento que pone en crisis los principios formales del expresionismo abstracto y rechaza el carácter impersonal de la abstracción minimalista. Siendo conceptual no necesita definirse como pintora o escultora o performer, puede serlo todo a la vez.

Son los años en los que comienza a florecer una nueva ola feminista que afectará al ámbito teórico y universitario y al movimiento artístico. Especialmente interesante será el contexto de California, con Judy Chicago y Miriam Schapiro. El feminismo de Eleanor Antin se traslada en su práctica artística, acercándose críticamente a cuestiones como la identidad, los estereotipos y la construcción biográfica. Especialmente interesante es la manera en la que dinamita con fina ironía, las construcciones idealizadas de feminidad en los imaginarios que el mundo clásico ha trasladado hasta nuestros días. Sí lo personal es político, la estética también.

Alejada de las convenciones académicas, el arte oficial y rechazando las jerarquías tradicionales de las bellas artes, comienza a trabajar con las posibilidades que ofrecen los nuevos lenguajes contemporáneos. Aún así, conceptualmente trabaja desde la pintura y la escultura, llevándolas a la práctica performática. Y aunque es una artista de performance, la suya va a ser una apuesta por el arte de instalación, el vídeo y sobre todo la fotografía. Resulta complejo encasillar su práctica. Es una artista poco convencional.

En sus primeras obras de la década de los 70 y 80, trabaja con personajes inventados, versiones de su propio yo. Con el maquillaje, el disfraz y la actuación, establece un complicado juego de intercambios de identidad, con los que cuestiona distintos estereotipos. Uno de estos personajes es un rey anacrónico que se pasea por su reino, Solana Beach en San Diego, interactuando ambiguamente. Los símbolos de poder y autoridad masculina que simboliza el rey, son cuestionados por una mujer que ha construido su yo masculino con una barba tan falsa como su actuación. Es una mujer que se comporta como un hombre sin ocultar su feminidad. De esta manera no solo consigue subvertir las construcciones en torno al género, también pone en entredicho los privilegios y la autoridad patriarcal.

Su yo más glamuroso es la bailarina Eleanora Antinova, una ficticia ex bailarina afrodescendiente que, tras ser rechazada por los ballets rusos, acaba aceptando papeles en películas porno. Su vida e inquietudes las describe en Recollections of My Life with Diaghilev 1919–1929 (1975–1976), una recopilación compuesta por dibujos, textos y fotografías, donde descubrimos a una Eleanora Antinova con inquietudes intelectuales muy profundas. Una mujer, ante todo, que reclama su derecho a ser considerada artista. En cambio, solo recibe ofertas para interpretar personajes exóticos acordes con su aspecto, como la reina de Saba, Cleopatra o Pocahontas. Esta performance será criticada y señalada como un ejercicio de blackface. Pero lo cierto es que a través de Eleanora Antinova la artista desafía las estructuras de poder y las construcciones culturales a partir de la raza, la clase y el género.

Eleanor Antin, The King of Solana Beach, 1974-75.

La Eleanor Antin más conceptualmente escultórica se muestra en Carving: A Traditional Sculpture, una obra de 1972 formada por 148 fotografías de su cuerpo que registran el proceso de pérdida de peso al que se sometió de manera estricta durante un mes. En esta obra trabaja como un artista clásico (masculino) siguiendo el proceso de multiplicidad de puntos de vista. El material no es mármol sino su propio cuerpo, pero lo trabaja igual, tallando la materia, eliminando lo sobrante en búsqueda de un ideal de feminidad inalcanzable.

En 2017 revisa esta pieza en Carving: 45 Years Later (2017) desafiando nuevamente los convencionalismos artísticos y los ideales de belleza femenina. Pero ahora lo hace desde la vejez, en un tono tan crítico como pesimista.

Eleanor Antin, Carving: A Traditional Sculpture, 1972.

En las últimas dos décadas Eleanor Antin ha vuelto su mirada al academicismo del siglo XIX, a la pintura de los grandes maestros de la pintura moderna y al mundo clásico antiguo, para resignificar el pasado y cómo este se proyecta a lo largo de la historia y en el presente. A partir de la historia de Pompeya, las alegorías y las mitologías clásicas, se centra en el papel que han desarrollado las mujeres en la Historia en confrontación con el presente. Aborda cómo los cuerpos desnudos femeninos han sido el tema central del arte occidental más elevado desde Práxiteles. No elude las historias de las mujeres desde su punto de vista, durante 3000 años sometidas a violencias, idealizaciones y deseos masculinos. Ahora son resignificadas bajo una nueva mirada artística, crítica y feminista, una mirada empoderada.

En The Artist ‘s Studio (Helen ‘s Odyssey Serie, 2001) pone en crisis los imaginarios de musa y genio. Invalida el concepto de musa, cuya belleza hechiza a los artistas masculinos, aquí representado por un tipo poco excepcional, concentrado en el proceso técnico de trabajo. La mirada masculina sobre la que se ha organizado esta narrativa histórico-artística en la relación entre artista y musa, es por fin subvertida: ahora es una mujer la que mira a los hombres que miran a las mujeres. 

Con una mirada más política, en The Last Days of Pompeii (2002), se asoma al academicismo del XIX y en cómo a partir de las historias de Roma y Grecia se construyen las retóricas nacionalistas de Inglaterra y Francia, en plena competencia colonialista. Comenzada unos meses antes del 11-S, en los escenarios de la costa pacífica de La Jolla en San Diego y en una villa de Rancho Santa Fé, escenifica los excesos y la destrucción con una estética ecléctica que alude al clasicismo, al rococó y a los prerrafaelitas. Los últimos días de Pompeya son la metáfora de la decadencia tanto de los imperios coloniales como del presente estadounidense. Decadencia que vuelve a escenificar en Roman Allegories (2005), una parodia a la cultura clásica y a la pintura del XIX, al estilo hollywoodense. Un provocador anacronismo, pero efectivo, para mostrar los paralelismos de la historia con el presente.

Eleanor Antin vuelve la mirada al relato fundacional de Occidente y construye un nuevo relato en el que da voz a quien nunca la tuvo en la épica homérica y en el desarrollo posterior del arte y la literatura. En Helen ‘s Odyssey (2007) la protagonista es Helena de Esparta. Su historia será contada desde un punto de vista nunca encontrado, creando una nueva ficción.

¿Cómo se convierte Helena de Troya en la fantasía de poetas y pintores? Desde Homero a los prerrafaelitas, Helena es el paradigma de la posesión masculina sobre las mujeres, bajo el pretexto de la representación del amor, la belleza, el deseo y el sexo. En esta serie Eleanor Antin revierte su estereotipo, la convierte en una Helena que toma el control de su historia. Y aparece en el juicio de París (según la versión de Rubens de 1638 del Museo del Prado), donde nadie contó con su opinión. Y disfruta burlonamente en el casting de pretendientes. Y se muestra resarcida ante la cabeza decapitada de Homero.

Eleanor Antin, Judgement of Paris (after Rubens) – Light Helen, 2007 from Helen’s Odyssey Serie. Courtesy Ronald Feldman Fine Arts, New York.

Con la historia de Helena, Eleanor Antin aborda la manera en la que se han construido relatos, estereotipos e imaginarios femeninos desde una mirada masculina. Son los levantados por el patriarcado, el mismo patriarcado que los mantiene vigentes en la actualidad. Su relectura del juicio de Paris traduce estos estereotipos a un lenguaje contemporáneo. Así, Atenea es una sexy Lara Croft; Afrodita, una femme fatale; y Hera, el perfecto ángel del hogar. También incluye a la idealizada Helena en actitud de hartazgo que no aparecía en la versión de Rubens.

Esta relectura de la historia de Helena de Troya fue incluida en la exposición del British Museum, Troy: myth and reality, en 2019. Expuesta junto a piezas arqueológicas, esculturas clásicas y obra pictórica desde el barroco a los prerrafaelitas, su inclusión incorpora la posibilidad de una lectura feminista del arte del pasado y del relato fundacional de Occidente. Un compromiso ineludible de los museos, como instituciones que deben atender a las problemáticas del contexto en el que se inscriben y ser inclusivos con las mujeres y las mujeres artistas, pero que raramente vemos incluido en los museos de arte clásico y arqueológicos.

Eleanor Antin es una artista clásica que emplea lenguajes contemporáneos e introduce preocupaciones actuales. Su obra se centra en cuestiones identitarias y el papel que las mujeres han desempeñado en la historia y en la sociedad, del pasado y del presente. Al mismo tiempo es una artista que rompe con el academicismo, las jerarquías artísticas y la mirada patriarcal con la que se ha construido el arte del pasado. Demuestra que la perspectiva feminista es válida y necesaria para una lectura de la Historia del Arte.

Hilo de Eleanor Antin en Twitter publicado el 28 de marzo de 2021 por @Em_Trinidad

Referencias:

Biografía e imágenes en Ronald Feldman Gallery  

Troy: myth and reality, British Museum, Londres. 21 de noviembre, 2019 – 8 de marzo, 2020.

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